Perdido manantial, llanto sonoro
Dilapidado ayer en la ribera
De la tribulación, quién me dijera
¡Que pesarías en balanza de oro!
Rumbo de hiel que todavía lloro,
Crucero sin honor y sin bandera,
¡Quién me diría que a la primavera
Del cielo caminaba tu decoro!
Y cuando recelosa y desvelada,
Puesta en su mismo llanto la mirada,
Mi soledad entre dos noches iba,
¡Quién le dijera, para su consuelo,
Que abajo estaba el pez en el anzuelo
Y el admirable Pescador arriba!
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