jueves, 28 de diciembre de 2006

LAS HUELLAS por Silvina Ocampo


A orillas de las aguas recogidas
en la luz regular del suelo unidas
como si juntas siempre caminaran,
solas, parecería que se amaran,
en la sal de la espuma con estrellas,
sobre la arena bajo el sol las huellas
de nuestros pies desnudos
tan lejanos, y mudos.
Dejando una promesa dibujada
nuestra voz entretanto ensimismada
se divide en el aire y atraviesa
la azul crueldad de la naturaleza
mientras solos cruzamos
la playa y nos hablamos.

ESPERANZA por TAGORE

Cada criatura, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios todavía no pierde la esperanza en los hombres.

EL ÚLTIMO VIAJE por TAGORE

Sé que en la tarde de un día cualquiera
el sol me dirá su último adiós,
con su mano ya violeta,
desde el recodo de occidente.

Como siempre habré musitado una canción,
habré mirado una muchacha,
habré visto el cielo con nubes
a través del árbol que se asoma a mi ventana.

Los pastores tocarán sus flautas
a la sombra de las higueras,
los corderos triscarán en la verde ladera.
que cae suavemente hacía el río;
el humo subirá sobre la casa de mi vecino...

Y no sabré que es por última vez...

Pero te ruego, Señor: ¿podría saber antes de
abandonarla, por qué esta tierra me tuvo entre sus brazos?
Y, ¿qué me quiso decir la noche con sus estrellas?
Y mi corazón, ¿qué me quiso decir mi corazón?

Antes de partir, quiero demorarme un momento, con el pie
en el estribo, para acabar la melodía que vine a cantar.
¡Quiero que la lámpara esté encendida para ver tu rostro, Señor!
Y quiero un ramo de flores para llevártelo, Señor,
sencillamente.

Corazón por Rabindranath Tagore

Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando.

LA AMISTAD según Rabindranath Tagore


La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido.

Rabindranath Tagore
1861-1941. Filósofo y escritor indio.

DOLOR por Alfonsina Storni


Quisiera esta tarde divina de octubre
Pasear por la orilla lejana del mar;

Oue la arena de oro, y las aguas verdes,
Y los cielos puros me vieran pasar.

Ser alta, soberbia, perfecta, quisiera,
Como una romana, para concordar

Con las grandes olas, y las rocas muertas
Y las anchas playas que ciñen el mar.

Con el paso lento, y los ojos fríos
Y la boca muda, dejarme llevar;

Ver cómo se rompen las olas azules
Contra los granitos y no parpadear

Ver cómo las aves rapaces se comen
Los peces pequeños y no despertar;

Pensar que pudieran las frágiles barcas
Hundirse en las aguas y no suspirar;

Ver que se adelanta, la garganta al aire,
El hombre más bello; no desear amar...

Perder la mirada, distraídamente,
Perderla, y que nunca la vuelva a encontrar;

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.

ALMA VENTUROSA de Leopoldo Lugones


Al promediar la tarde de aquel día,
cuando iba mi habitual adiós a darte,
fue una vaga congoja de dejarte
lo que me hizo saber que te quería.

Tu alma, sin comprenderlo, ya sabia. . .
con tu rubor me ilumino al hablarte,
y al separarnos te pusiste aparte
del grupo, amedrentada todavía.

Fue silencio y temblor nuestra sorpresa,
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un jubilo tan blando,

que nuestros labios suspiraron quedos . . .
y tu alma estremecíase en tus dedos
como si se estuviera deshojando.

jueves, 21 de diciembre de 2006

VOCES de Antonio Porchia

Quien me tiene de un hilo no es fuerte.
Lo fuerte es el hilo.

Voces de Antonio Porchia


Creías que destruir lo que separa era unir,
y has destruido lo que separa.
Y has destruido todo.
Porque no hay nada sin lo que separa.

RIMA XXXVIII de Gustavo Adolfo Bécquer

Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?

La cumparsita (versión de Si supieras)


Música: Gerardo Matos Rodríguez (1916)
Letra: Pascual Contursi / Enrique Maroni (1924)

Si supieras,
que aún dentro de mi alma,
conservo aquel cariño
que tuve para ti...
Quién sabe si supieras
que nunca te he olvidado,
volviendo a tu pasado
te acordarás de mí...

Los amigos ya no vienen
ni siquiera a visitarme,
nadie quiere consolarme
en mi aflicción...
Desde el día que te fuiste
siento angustias en mi pecho,
decí, percanta, ¿qué has hecho
de mi pobre corazón?

Sin embargo,
yo siempre te recuerdo
con el cariño santo
que tuve para ti.
Y estás en todas partes,
pedazo de mi vida,
y aquellos ojos que fueron mi alegría
los busco por todas partes
y no los puedo hallar.

Al cotorro abandonado
ya ni el sol de la mañana
asoma por la ventana
como cuando estabas vos,
y aquel perrito compañero,
que por tu ausencia no comía,
al verme solo el otro día
también me dejó...

martes, 19 de diciembre de 2006

Fundación mítica de Buenos Aires por Jorge Luis Borges


¿Y fue por este río de sueñera y de barro
que las proas vinieron a fundarme la patria?
Irían a los tumbos los barquitos pintados
entre los camalotes de la corriente zaina.

Pensando bien la cosa, supondremos que el río
era azulejo entonces como oriundo del cielo
con su estrellita roja para marcar el sitio
en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron.

Lo cierto es que mil hombres y otros mil arribaron
por un mar que tenía cinco lunas de anchura
y aún estaba poblado de sirenas y endriagos
y de piedras imanes que enloquecen la brújula.

Prendieron unos ranchos trémulos en la costa,
durmieron extrañados. Dicen que en el Riachuelo,
pero son embelecos fraguados en la Boca.
Fue una manzana entera y en mi barrio: en Palermo.

Una manzana entera pero en mitá del campo
expuesta a las auroras y lluvias y suestadas.
La manzana pareja que persiste en mi barrio:
Guatemala, Serrano, Paraguay, Gurruchaga.

Un almacén rosado como revés de naipe
brilló y en la trastienda conversaron un truco;
el almacén rosado floreció en un compadre,
ya patrón de la esquina, ya resentido y duro.

El primer organito salvaba el horizonte
con su achacoso porte, su habanera y su gringo.
El corralón seguro ya opinaba YRIGOYEN,
algún piano mandaba tangos de Saborido.

Una cigarrería sahumó como una rosa
el desierto. La tarde se había ahondado en ayeres,
los hombres compartieron un pasado ilusorio.
Sólo faltó una cosa: la vereda de enfrente.

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.

RIMA LII de Gustavo Adolfo Bécquer


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas... ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día....
ésas... ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡así no te querrán!

RIMA XX de Gustavo Adolfo Bécquer

Sabe, si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que al alma que hablar puede con los ojos,
también puede besar con la mirada.

COMO SOBRE UNA TAPIA SE ADORMECE UNA ROSA...de Baldomero Fernández Moreno


Como sobre una tapia se adormece una rosa
yo quisiera tu grave cabecita en mi hombro,
espontánea, caída, comprensiva, mimosa,
sin un soplo de miedo, ni una brizna de asombro.

Y contemplarte luego a la luz de una estrella
interminablemente de la frente a la boca,
como contempla el agua, inclinada sobre ella,
la frente taciturna y eterna de una roca.

viernes, 15 de diciembre de 2006

El Choclo (tango) de Enrique Santos Discépolo


El choclo
Tango
1947

Letra: Enrique Santos Discepolo
Música: Ángel Villoldo

Con este tango que es burlón y compadrito
se ató dos alas la ambición de mi suburbio;
con este tango nació el tango, y como un grito
salió del sórdido barrial buscando el cielo;
conjuro extraño de un amor hecho cadencia
que abrió caminos sin más ley que la esperanza,
mezcla de rabia, de dolor, de fe, de ausencia
llorando en la inocencia de un ritmo juguetón.

Por tu milagro de notas agoreras
nacieron, sin pensarlo, las paicas y las grelas,
luna de charcos, canyengue en las caderas
y un ansia fiera en la manera de querer...

Al evocarte, tango querido,
siento que tiemblan las baldosas de un bailongo
y oigo el rezongo de mi pasado...
Hoy, que no tengo más a mi madre,
siento que llega en punta 'e pie para besarme
cuando tu canto nace al son de un bandoneón.

Carancanfunfa se hizo al mar con tu bandera
y en un pernó mezcló a París con Puente Alsina.
Triste compadre del gavión y de la mina
y hasta comadre del bacán y la pebeta.
Por vos shusheta, cana, reo y mishiadura
se hicieron voces al nacer con tu destino...
¡Misa de faldas, querosén, tajo y cuchillo,
que ardió en los conventillos y ardió en mi corazón.

El último organito (tango) de Homero Manzi


Letra: Homero Manzi
Música: Acho Manzi
Año: 1948

Las ruedas embarradas del último organito
vendrán desde la calle buscando el arrabal
con un caballo flaco y un rengo y un monito
y un coro de muchachas vestidas de percal.
Con pasos apagados elegirá la esquina
donde se mezclen luces de luna y almacén
para que bailen valses detrás de la hornacina
la pálida marquesa y el pálido marqués.

El último organito irá de puerta en puerta
hasta encontrar la casa de la vecina muerta,
de la vecina aquella que se cansó de amar.
Y allí molerá tangos para que llore el ciego,
el ciego inconsolable del verso de Carriego,
que fuma, fuma y fuma sentado en el umbral.
Tendrá una caja blanca, el último organito;
y el alma del Otoño sacudirá su son,
y adornarán sus tablas cabezas de angelitos,
y el eco de su piano será como un adiós.
Saludarán su ausencia las novias encerradas
abriendo las persianas detrás de su canción,
y el último organito se perderá en la Nada,
y el alma del suburbio se quedará sin voz.

TU SECRETO de Evaristo Carriego


¡De todo te olvidas! Anoche dejaste
aquí, sobre el piano que ya jamás tocas,
un poco de tu alma de muchacha enferma:
un libro, vedado, de tiernas memorias.

Íntimas memorias. Yo lo abrí, al descuido,
y supe, sonriendo, tu pena más honda,
el dulce secreto que no diré a nadie:
a nadie interesa saber que me nombras.

...Ven, llévate el libro, distraída, llena
de luz y de ensueño. Romántica loca...
¡Dejar tus amores ahí, sobre el piano!...
De todo te olvidas, ¡cabeza de novia

jueves, 14 de diciembre de 2006

En una tierra...por Leopoldo Marechal


En una tierra que amasan potros de cinco años
el olor de tu piel hace llorar a los adolescentes.

Yo sé que tu cielo es redondo y azul como los huevos de perdiz
y que tus mañanas tiemblan,
¡gotas pesadas en la flor del mundo!

Yo sé cómo tu voz perfuma la barba de los vientos...

Por tus arroyos los días descienden como piraguas.
Tus ríos abren canales de música en la noche;
y la luna es un papagayo más entre bambúes
o un loto que rompen a picotazos las cigüeñas.

En un país más casto que la desnudez del agua
los pájaros beben en la huella de tu pie desnudo...

Te levantarás antes de que amanezca
sin despertar a los niños y al alba que duerme todavía.
(El cazador de pumas dice que el sol brota de tu mortero
y que calzas al día como a tus hermanitos).

Pisarás el maíz a la sombra de los ancianos
en cuyo pie se han dormido todas las danzas.

Sentados en cráneo de buey
tus abuelos fuman la hoja seca de sus días:
chisporrotea la sal de sus refranes
en el fuego creciente de la mañana.

(Junto al palenque los niños
han boleado un potrillo alazán...)

En una tierra impúber desnudarás tu canto
junto al arroyo de las tardes.
Tú sabes algún signo para pedir la lluvia
y has encontrado yerbas que hacen soñar.

Pero no es hora, duermen
en tu pie los caminos.

Y danzas en el humo de mi pipa
donde las noches arden como tabacos negros...



Leopoldo Marechal

Poema 14 (Quiero hacer contigo) de Pablo Neruda


Juegas todos los días con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua.
Eres más que esta blanca cabecita que aprieto
como un racimo entre mis manos cada día.

A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quién escribe tu nombre con letras de humo
entre las estrellas del sur?
Ah déjame recordarte cómo eras entonces,
cuando aún no existías.

De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aquí vienen a dar todos los vientos, todos.
Se desviste la lluvia.

Pasan huyendo los pájaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres.
El temporal arremolina hojas oscuras
y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo.

Tú estás aquí. Ah tú no huyes.
Tú me responderás hasta el último grito.
Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo.
Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña
por tus ojos.

Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas,
y tienes hasta los senos perfumados.
Mientras el viento triste galopa matando mariposas
yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela.

Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí,
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos
en abanicos girantes.

Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
Te traeré de las montañas flores alegres, copihues,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.

Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos.

LA CANCIÓN DEL PIRATA de José de Espronceda


Con diez cañones por banda,
viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín:
bajel pirata que llaman,
por su bravura, el Temido,
en todo mar conocido
del uno al otro confín.
La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul:

"Navega, velero mío,
sin temor,
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés,
y han rendido
cien naciones
sus pendones
a mis pies."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra;
que yo aquí tengo por mío
cuanto abarca el mar bravío,
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa,
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"A la voz de «¡barco viene!»
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
que yo soy el rey del mar,
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual;
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena,
colgaré de alguna entena,
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di,
cuando el yugo
del esclavo,
como un bravo,
sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

"Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos,
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar."

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.

miércoles, 13 de diciembre de 2006

LA CASADA INFIEL de Federico García Lorca


Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.

Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.

Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.

En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.

El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.

Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.


Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.

Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.

Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.

Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.

No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.

Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.


Me porté como quién soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande, de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.

Cantares de Antonio Machado


Cantares...

Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.

Recuerdo Infantil de Antonio Machado

Recuerdo infantil

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.

Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.

Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.

Y todo un coro infantil
va cantando la lección:
"mil veces ciento, cien mil;
mil veces mil, un millón".

Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.

Machado: Canto III a Guiomar


Hoy te escribo en mi celda de viajero,
a la hora de una cita imaginaria.
Rompe el iris al aire el aguacero,
y al monte
su tristeza planetaria.
Sol y campanas en la vieja torre.
¡Oh tarde viva y quieta
que opuso al panta rhei su nada corre,
tarde niña que amaba a su poeta!
¡Y día adolescente
-ojos claros y músculos morenos-,
cuando pensaste a amor, junto a la fuente,
besar tus labios y apresar tus senos!
Todo a esta luz de abril se transparenta;
todo en el hoy de ayer, el Todavía
que en sus maduras horas
el tiempo canta y cuenta,
se funde en una sola melodía,
que es un coro de tardes y de auroras.
A ti, Guiomar, esta nostalgia mía.
.

Piu Avanti de ALMAFUERTE

¡Piu Avanti!

No te des por vencido, ni aun vencido,
no te sientas esclavo, ni aun esclavo;
trémulo de pavor, piénsate bravo,
y arremete feroz, ya mal herido.
Ten el tesón del clavo enmohecido
que ya viejo y ruin, vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora;
o como Lucifer, que nunca reza;
o como el robledal, cuya grandeza
necesita del agua y no la implora...
Que muerda y vocifere vengadora,
ya rodando en el polvo, tu cabeza!

martes, 12 de diciembre de 2006

AVANTI de Almafuerte


¡Avanti!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.

Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.

Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se mellan los garfios de la suerte...
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de su muerte!
ALMAFUERTE

No me mueve...


No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido,
muéveme ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

Anónimo

un paseo por el bosque



Salgo de mi casita del cerro. El día está brillante y el cielo es azul y el aire tan puro que emborracha. Algunos moscardontes dan vuelta. Es claro, es casi verano, y si no me apuro en llegar al frescor, el sol me dará de pleno. El sendero desciende abierto entre las piedras y entre flores silvestres. El viento agita las flores y sus tallos. Allí abajo se divisa el bosque. Poco a poco voy llegando. Estoy frenando con mis piernas para no derrapar y caer por el camino. El bosque se abre ante mí. Pero sigue el sendero. Aquí el aire es tan fresco y el verde tan tupido que no deja ver el cielo. Las palomitas monteras van de rama en rama. Allí un tronco caído lleno de musgo verde. Un camino abierto por las hormigas que incansables transportan su mercancía de hojas. Respiro profundo. Esto es el paraíso. Sigo el sendero. Escucho un sonido de agua... es más que un simple arroyito: es un río que poco a poco se descubre entre la espesura, al costado del camino. Dejo el sendero y voy hacia el agua. Ahora el sonido es más fuerte. El agua golpea contra las piedras. se puede ver el fondo del río lleno de cantos rodados. En algunas zonas, el río se hace más lento y queda atrapado por un instante entre las rocas. Luego escapa vertiginoso. Introduzco mi mano en el agua. Está fría, pero transmite una sensación de paz, de pureza. Me siento al lado del río, en una piedra redondeada. Me descalzo e introduzco mis pies en el agua. Dejo que la corriente derive mis pies río abajo. No tira tanto. Por lo menos donde yo estoy sentado. Podría quedarme todo el día viendo el río correr y el agua jugar entre las piedras. Pienso en lo lejano que está el mundo moderno con sus apurones y sus luchas. El río es un símbolo del transcurrir de la vida. Aquí todo es paz, todo armonía. Respiro profundo. Suspiro. Extiendo mis brazos y luego mis piernas.Me quedo un rato muy, pero muy largo disfrutando. Sin tiempos, sin vencimientos, sin presiones, sin angustias. Vuelvo a supirar. Poco a poco vuelvo en mí. Retiro las piernas del agua. Me calzo. Todo está húmedo. Despacito, despacito inicio el retorno a la casita.

lunes, 11 de diciembre de 2006

A propósito sobre la verdad.


Es cierto: el tema de la verdad me tiene preocupado. Porque hay quien piensa que hay muchas verdades. Pero en realidad, la verdad es ajena a nosotros. Sólo la captamos desde nuestra subjetividad, pero ella es objetiva: es lo que es y no lo que a nosotros nos parece. Alguna vez escuché a un periodista decir que la verdad era como un espejo roto en mil pedazos: sólo juntando todos los pedazos se podría tener un cuadro completo de la realidad. No creo que aún así podamos conocer la realidad, porque el espejo está deformado, cambia la figura, la estira o la ensancha. El espejo no es más que un instrumento que engaña a nuestros sentidos. Pero la verdad, identificada con la realidad está allí: tan recta como una lanza, tan pura como los ojos de un niño, tan devastadora como un maremoto. Los griegos querían conocerla y Sócrates intentaba hacerla parir de los pensamientos del alma, como una evocación de una realidad conocida mucho antes de llegar a este mundo; Pilatos le pregunta incrédulo a Cristo ¿Y qué es la verdad? Cristo calla. Pero alguna vez nos dijo: Yo soy el Camino, La VERDAD y la Vida. Durante siglos se creyó que lo que los hombres habían puesto en la Biblia era la única Verdad. Si la realidad no se acomodaba a esa "verdad" no era verdadera, algo estaba fallando. Lo que fallaba era la mala interpretación de los hombres sobre la realidad. Tuvieron que sufrir muchas personas y pasar muchos siglos hasta que la Iglesia reconociera que se había equivocado:que interpretar literalmente la Biblia es tan erróneo como incendiar la biblioteca de Alejandría, como querer tapar el sol con la mano. T. de Chardin dijo alguna vez: "Nunca más para defender a Dios sostengamos una mentira". La ciencia y la fe no son enemigas: saber toda la verdad nos acerca a Dios. Porque Dios es la Verdad. No está bajo el microscopio pero tampoco en los libros de teología. No está en la ignorancia de la superstición, pero tampoco en la soberbia de los académicos y la ciencia oficial.

En la tarde de la vida




Nos ocupamos de muchas cosas, de todo nos preocupamos y andamos de una locura a otra, corriendo sin parar y ocupándonos de todos los detalles. "Bajá un cambio!!!" nos dicen ahora. En la época de Jesús, si bien no existían todas las complicaciones de la vida moderna, también los hombres se ocupaban de muchas cosas y a veces dejaban en el olvido lo importante. Allí estaba Jesús retándola a Marta, porque ésta le protestaba porque María, su hermana,en vez de ayudarla en los quehaceres domésticos, había dejado todo para agasajar a Cristo. En la plaza pública le reprocha a los fariseos su hipocresía y su olvido de las cosas esenciales, cuando les habla de la parábola del pobre Lázaro y el rico, y cómo finalmente habría un premio para la vida de ese miserable que esperaba en el dintel de la puerta del hombre rico. En definitiva, son pocas las cosas en la vida que son importantes: la salud, el bienestar de nuestros seres queridos, el amor, nuestra conducta en la vida frente a los otros seres y frente a la realidad, en definitiva, cómo la hemos peleado y llevado, y si el motor de nuestros actos ha sido la ambición o el amor, la justicia o la iniquidad. Cuando estemos de pie frente a nuestro Creador, sólo importará una cosa: si hemos amado. Por algo dijo San Juan de la Cruz: "En la tarde de la vida, te examinarán en el amor".

I Ching


Se dice del I Ching: "La verdad y la mentira confunden al hombre, pero el I Ching contiene a la verdad, a la mentira y al hombre."

Pensamientos Creativos

"Es pensando en grandes cosas, como se prepara el alma para realizarlas." Miguel Cané

El Hombre y su Ser


Alguien dijo que nacemos y morimos solos. Sin lugar a dudas, algunas de nuestras experiencias son intransferibles a los otros. El dolor, como una de las situaciones extremas es intransferible. Podrán estar al lado nuestro, acompañarnos, intentar comprendernos o dejarnos solos, no importarles nada de nosotros. Lo único que no va a cambiar es que el dolor es personal. Es individual de cada hombre. Intransferible. Como Cristo en la Cruz. Sólo El sabía cuanto dolor físico y moral tenía que soportar. Cada hombre, en cuanto a la experiencia del dolor es un Cristo. Señor, por favor, acuérdate de los moribundos, de los que están en terapia intensiva, de los que sufren profundos dolores espirituales, de los que tienen penas de amor que les laceran el corazón. Señor, solo Tú puedes alcanzar la dimensión del dolor del hombre, de cada hombre, mío también, porque solo Tú puedes abarcar con tus brazos abiertos toda nuestra pena, todo nuestro sufrimiento y transformarlo en misericordia verdadera, en manantial de agua pura para la paz y la felicidad. Amén

domingo, 10 de diciembre de 2006

La casa de la montaña


Subo a mi casa imaginaria en lo alto de una gran montaña. Si miro hacia arriba veo su pico nevado, con nieves eternas. Si contemplo a mi alrededor, puedo ver los otros montes y abajo un lago muy azul. Mi casita es de madera, tiene una chimenea humeante y està enclavada en una saliente del cerro, justo con vista al valle y al lago. El aire es tan puro y el cielo tan azul que embriagan. Desde estas alturas, uno se siente tan lejos de los problemas y tan cerca de Dios. Tan reconciliado con el Ser...

El hombre y el devenir

Ya nos enseñaron que si algo quiere seguir siendo lo que es, por más que cambie -lo cual es inevitable-, algo debe permanecer en él...pero el tiempo es una realidad que no puede evitarse. Pasa inexorable y se lleva todo, todo. ¿Por qué entonces estar inquietos con los problemas que hoy nos hacen doler el alma? Si al fin de cuentas, volveremos a ser átomos...