martes, 12 de diciembre de 2006

un paseo por el bosque



Salgo de mi casita del cerro. El día está brillante y el cielo es azul y el aire tan puro que emborracha. Algunos moscardontes dan vuelta. Es claro, es casi verano, y si no me apuro en llegar al frescor, el sol me dará de pleno. El sendero desciende abierto entre las piedras y entre flores silvestres. El viento agita las flores y sus tallos. Allí abajo se divisa el bosque. Poco a poco voy llegando. Estoy frenando con mis piernas para no derrapar y caer por el camino. El bosque se abre ante mí. Pero sigue el sendero. Aquí el aire es tan fresco y el verde tan tupido que no deja ver el cielo. Las palomitas monteras van de rama en rama. Allí un tronco caído lleno de musgo verde. Un camino abierto por las hormigas que incansables transportan su mercancía de hojas. Respiro profundo. Esto es el paraíso. Sigo el sendero. Escucho un sonido de agua... es más que un simple arroyito: es un río que poco a poco se descubre entre la espesura, al costado del camino. Dejo el sendero y voy hacia el agua. Ahora el sonido es más fuerte. El agua golpea contra las piedras. se puede ver el fondo del río lleno de cantos rodados. En algunas zonas, el río se hace más lento y queda atrapado por un instante entre las rocas. Luego escapa vertiginoso. Introduzco mi mano en el agua. Está fría, pero transmite una sensación de paz, de pureza. Me siento al lado del río, en una piedra redondeada. Me descalzo e introduzco mis pies en el agua. Dejo que la corriente derive mis pies río abajo. No tira tanto. Por lo menos donde yo estoy sentado. Podría quedarme todo el día viendo el río correr y el agua jugar entre las piedras. Pienso en lo lejano que está el mundo moderno con sus apurones y sus luchas. El río es un símbolo del transcurrir de la vida. Aquí todo es paz, todo armonía. Respiro profundo. Suspiro. Extiendo mis brazos y luego mis piernas.Me quedo un rato muy, pero muy largo disfrutando. Sin tiempos, sin vencimientos, sin presiones, sin angustias. Vuelvo a supirar. Poco a poco vuelvo en mí. Retiro las piernas del agua. Me calzo. Todo está húmedo. Despacito, despacito inicio el retorno a la casita.

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