lunes, 11 de diciembre de 2006

En la tarde de la vida




Nos ocupamos de muchas cosas, de todo nos preocupamos y andamos de una locura a otra, corriendo sin parar y ocupándonos de todos los detalles. "Bajá un cambio!!!" nos dicen ahora. En la época de Jesús, si bien no existían todas las complicaciones de la vida moderna, también los hombres se ocupaban de muchas cosas y a veces dejaban en el olvido lo importante. Allí estaba Jesús retándola a Marta, porque ésta le protestaba porque María, su hermana,en vez de ayudarla en los quehaceres domésticos, había dejado todo para agasajar a Cristo. En la plaza pública le reprocha a los fariseos su hipocresía y su olvido de las cosas esenciales, cuando les habla de la parábola del pobre Lázaro y el rico, y cómo finalmente habría un premio para la vida de ese miserable que esperaba en el dintel de la puerta del hombre rico. En definitiva, son pocas las cosas en la vida que son importantes: la salud, el bienestar de nuestros seres queridos, el amor, nuestra conducta en la vida frente a los otros seres y frente a la realidad, en definitiva, cómo la hemos peleado y llevado, y si el motor de nuestros actos ha sido la ambición o el amor, la justicia o la iniquidad. Cuando estemos de pie frente a nuestro Creador, sólo importará una cosa: si hemos amado. Por algo dijo San Juan de la Cruz: "En la tarde de la vida, te examinarán en el amor".

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