lunes, 11 de diciembre de 2006

El Hombre y su Ser


Alguien dijo que nacemos y morimos solos. Sin lugar a dudas, algunas de nuestras experiencias son intransferibles a los otros. El dolor, como una de las situaciones extremas es intransferible. Podrán estar al lado nuestro, acompañarnos, intentar comprendernos o dejarnos solos, no importarles nada de nosotros. Lo único que no va a cambiar es que el dolor es personal. Es individual de cada hombre. Intransferible. Como Cristo en la Cruz. Sólo El sabía cuanto dolor físico y moral tenía que soportar. Cada hombre, en cuanto a la experiencia del dolor es un Cristo. Señor, por favor, acuérdate de los moribundos, de los que están en terapia intensiva, de los que sufren profundos dolores espirituales, de los que tienen penas de amor que les laceran el corazón. Señor, solo Tú puedes alcanzar la dimensión del dolor del hombre, de cada hombre, mío también, porque solo Tú puedes abarcar con tus brazos abiertos toda nuestra pena, todo nuestro sufrimiento y transformarlo en misericordia verdadera, en manantial de agua pura para la paz y la felicidad. Amén

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