Hoy, algunos piensan que el ser humano se hace "persona" "progresivamente", es decir, según este pensamiento, no se es ser humano desde el mismo momento de la concepción sino desde vaya a saber qué momento, luego del nacimiento. Así, pueden justificar el asesinato de niños por nacer. Lo peor de todo, es que muchas personas que tienen educación, que se han formado en las ciencias, que tienen una carrera profesional, quieren aferrarse a esa idea. Habría que preguntarles ¿Qué las hizo persona? ¿Su intelecto?, ¿Su edad?, ¿Su educación?, etc. etc. ¿Un niño de un año, no es persona? ¿y uno de un día?...¿por qué un niño en el seno de su madre no es persona? ...y quien tiene sus facultades intelectuales disminuidas, ¿deja de ser persona?, y quien no tiene todas sus capacidades ¿es menos persona? Antes solían decir que antes de nacer no se era "ser humano", es decir, quisieron borrar esta palabra para justificar los abortos, sin embargo, la ciencia ha demostrado sin lugar a dudas que la vida comienza con la concepción. Antes podía haber dudas, ahora ya no. Entonces, inventaron esto de la personalidad progresiva, ya que no pueden negar que la vida comienza con la concepción. Penosa idea para justificar los homicidios. Así se justificaron todos los que mataban a pequeños con deficiencias, a los que promovieron la muerte de los ancianos desvalidos, y a los dictadores que promovieron la supresión o esclavitud de pueblos enteros.
Dios, sin embargo, tiene otro pensamiento: en el Antiguo Testamento ya le dice a Jeremías: "Antes de formarte en el vientre materno, yo te conocía; antes de que salieras del seno, yo te había consagrado, te había constituido profeta para las naciones". Fijémonos: no le dice, cuando naciste te encomendé una misión, incluso, le dice "antes de que te concibieran"...Y la misión es lo que significa "ser persona". Cada uno de nosotros tiene asignada una misión, por pequeña que nos parezca. Por eso cada ser humano, reconocido como "persona" es valioso. Queridos amigos, espero que en la Argentina nos pongamos en marcha para terminar con la cultura del descarte, y que construyamos una Patria de hermanos, donde todos y cada uno de nosotros seamos valorados como personas, como Hijos de Dios, como hermanos. Bajemos los prejuicios del desprecio, del orgullo, de las "políticas del consumo", y abramos el corazón, y allí, en ese rinconcito podremos, tal vez, escuchar suavemente la voz de Dios: "Antes de formarte en el vientre materno yo te conocía..."
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