MALAS HIERBAS: Ocurrió sin querer. Levanté la vista y me llamó la atención. Una planta con un tallo bastante largo surgiendo del cemento. Entonces me puse a pensar… Las llamamos “malas hierbas” aunque según supe por internet, se las debe llamar, más apropiadamente, “plantas ruderales”. Nacen en cualquier lugar, sin que nadie las plante. Las esparcen los vientos, los pájaros, los insectos, o el pelo de algún animal. Nacen allí donde no deberían nacer. Se abren paso incluso en el cemento, abriendo en algunos casos, profundas grietas; algunas tienen incluso hermosas flores, o cautivantes olores.
Las miramos con desprecio, y suelen ser símbolo de la dejadez o del abandono de los propietarios de las construcciones.
Sin embargo, son una maravilla en sí misma. Es la vida que se abre paso en las condiciones más adversas, donde casi no tiene un sustrato para prosperar.
Entonces me viene a la memoria la paradoja de la vida humana, a la que algunos quieren suprimir aún antes de ver la luz del sol. Parece que esos niños por nacer, son las “malas hierbas” que hay que suprimir.
Pero la vida se abre paso. Hagan lo que hagan, en cualquier lugar, en cualquier rincón, en un rancho o en un palacio, siempre habrá un niño que lanza su llanto para expandir sus pulmones y aferrarse a la oportunidad de tener un futuro y buscar amor.
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