«Es la noche -dijiste- pon tu espejo
debajo de la almohada al acostarte
y en él verás, si sueñas, el reflejo
de la mujer que nunca ha de olvidarte.»
Llegó la noche al fin. Bajo la almohada,
recordándote, amada,
puse el cristal revelador. De suerte
que soñé con la muerte.
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